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martes, 13 de enero de 2015

El juicio

- Hola,¿eres nueva en el pueblo?
- ¡Hola! Si, nos trasladamos la semana pasada. 
 Aquella chica me miraba con curiosidad, allí en medio del pasillo de las verduras, del pequeño supermercado.
 Parecía algo tímida, alta, delgada, guapa, muchas chicas del pueblo se sentirían amenazadas por su simple presencia. Se llamaba Elena y una vez roto el hielo, era muy simpática.
- Y, ¿qué hacéis aquí para divertiros? - me preguntó
- Ahora en verano, el pueblo está casi deshabitado. Todo el mundo sale de vacaciones en busca del mar, así que no hay mucha gente de nuestra edad.
- ¡Oh, vaya! -dijo con expresión decepcionada -Tenía la esperanza de conocer a alguien antes de empezar el instituto.
- Bueno...¡ Ya me conoces a mi!
 Estuvimos charlando un buen rato y cada vez me caía mejor.
- ¿Qué haces mañana? -le pregunté- Las chicas hemos quedado para ir a un pub que hay a la salida del pueblo, ¿te apuntas?
- ¡Estaría genial!
- Pues no se hable más, mañana a las siete en el parque.
 Regresé a mi casa encantada con mi nueva amiga, estaba convencida que el resto de chicas la aceptarían con igual agrado.
 Al día siguiente, Elena llegó puntual a la cita y poco a poco fueron apareciendo el resto de chicas. 
 Una vez todas reunidas y hechas las presentaciones oportunas, nos pusimos en camino.
 Yo iba con Elena, mientras el resto del grupo nos escoltaba, los susurros y las risitas me iban poniendo de los nervios, llegando al límite de mi paciencia. Dejé a Elena sola un momento y me dirigí a la cola de la comitiva.
 Sandra y Luisa se callaron en cuanto me vieron aparecer.
- ¿Qué pasa?- las exhorté.
- ¿Tienes ojos en la cara? ¡Mira qué pinta lleva!- dijo Luisa burlona.
- Va de mercadillo - la apoyó Sandra entre risas.
 Miré hacia Elena, llevaba una camiseta que marcaba su figura, unos vaqueros desgastados que le sentaban muy bien y unas zapatillas de deporte, estaba claro que iba cómoda.
 En contraste, las otras chicas iban mejor vestidas, incluida yo misma. Zapatos de tacón, faldas, blusas y maquillajes discretos, acordes con nuestra edad, pero sofisticados.
 Retomé mi posición al lado de Elena, desencantada con la actitud de esas chicas que creía conocer.
Acabamos por desmarcarnos del grupo, riendo y disfrutando de la noche sin críticas absurdas a nuestro alrededor.
 El éxito de Elena era palpable, los chicos se arremolinaban en torno a nosotras, dejando de lado al resto de las chicas. Desde el otro lado del pub las miradas se volvían puñales.
 Aquélla no fue nuestra última salida, pero empezamos a prescindir de la compañía del grupo.
 Un par de semanas después, me invitó a su casa por primera vez.
 Cuando llegué no podía creerlo, miré el número varias veces, totalmente desconcertada, hasta que la mismísima Elena me abrió la puerta.
 El jardín estaba impecablemente cuidado, los rosales, las fuentes, todo en perfecta armonía, enmarcando una elegante mansión. Era un sitio de revista, si el edén bíblico existió en algún momento, debía parecerse a aquello.
- ¿Estás bien? - me preguntó Elena.
- ¿Vives aquí? ¡Es maravilloso!- dije cayendo en la cuenta -¿Porque has permitido que se burlaran de ti las chicas del pueblo?
- Su ego lo necesitaba más que el mio - me dijo sonriendo.
- Pero tienes que tener vestidos preciosos y caros maquillajes...¡eres rica!
- ¡Por supuesto que soy rica! - me dijo haciéndose la ofendida - Pobres, son los que sólo pueden presumir de lo que tienen.



10 comentarios:

  1. Con moraleja y todo, tan tradicional y tan nuevo.
    Hay gente como Elena en este mundo de apariencias...y gente como tú que nos lo recuerda.
    Un beso

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  2. Muy bueno, "pobres son los que sólo pueden presumir de lo que poseen" Sólo un apunte negativo para este estupendo relato: Esa chica mala se llama como yo!! jajaja

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    1. Para tranquilizarte, te diré que Luisa y Sandra son primas, así que mientras todas la piezas no encajen...Un abrazo Alfmega

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  3. Muy buena narración sobre juicios premeditado y prejuicios canales.
    Besos muchos
    tRamos

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    1. Muchas gracias Tramos Romero, al fin y al cabo, el que esté libre...todos, incluso inconscientemente, cometemos el error de prejuzgar. Un abrazo

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  4. Es una muy buena moraleja, apariencia y presunción, no juzgar solo por lo que ves. Saludos Mary y un abrazo!

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    1. Gracias Carlos, me alegro de que te haya gustado. Doce abrazos y un beso

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  5. Un relato sencillo con una moraleja muy difícil de aprender en la vida. Me ha encantado, María. Me caen bien las protas de tu relato!! :)

    Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.

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    1. Gente humilde y sencilla, Julia.
      Un fuerte abrazo linda amiga!

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