Siete años de triste espera y por fin llegaba el momento.
La transición fue rápida, indolora y con un último aliento abandonó su terrenal cuerpo.
Una luz inmensa, cegadora en otras circunstancias, lo envolvió.
-Te eché de menos-dijo una familiar voz a su espalda.
Se volvió y contempló el rostro con el que tantas noches había soñado con volver a ver, la abrazó y dijo:
-Y yo, mi vida, y yo.
Muy romántico, de que le servía la cida si Su Vida no estaba ahí. Impresionante. Me recordó a Ghost y a mi querido y difunto Patrick. Un abrazote
ResponderEliminarAún me estoy riendo de la gracia que me ha hecho tu comentario. Lo has clavado, Ana Lía! Lo escribí escuchando Unchained melody, también me encanta Ghost. Un abrazo muy grande amiga y muchas gracias por comentar.
EliminarBello.
ResponderEliminarLa vida después de la vida y la inmortalidad del amor.
Muy bien contado.
Un gran, gran abrazo.
Muchisimas gracias Lucía, me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
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