-¿Me quieres?-preguntó Ana en un susurro, anhelante de aceptación.
El cuerpo de Marcos se tensó. ¿Qué podía decirle? ¿Cómo una amiga? ¿Cómo una hermana?
Ninguna de esas respuestas era la que Ana esperaba y él no podía ofrecerle más...¿Y si callaba?
Unos delatores de color verde, se sinceraron con una solitaria lágrima.
Pues no era como una hermana porque no creo que viéndola así pudiera hacer el amor.
ResponderEliminarAgua que no has de beber, déjala correr, se hace menos daño.
Me ha encantado tu micro, el inicio muy tierno y el final desgarrador.
Mucha suerte.
Un gran abrazo.
Gracias Lucía, un saludo
EliminarMi señal es muy baja y me cuesta comentar. Me encanta esa simple lágrima... muy buen micro María. Un abrazo
ResponderEliminarPoco más le quedaba por entregar Ana Lía. Muchísimas gracias y un beso
Eliminar¡Muy bonito, amiga mía! Me gustaría hablar contigo... ¿Quieres enviarme un e-mail al mío? ---> jhm@elclubdelocio.com
ResponderEliminar¡Un abrazo sincero, María! &... ¡Enhorabuena por tu estilo literario!
Saludos María. Buen relato. Muy triste, esa solitaria lágrima así lo demuestra. Éxitos!.
ResponderEliminarGracias Mery, por desgracia, cuando nos entregamos totalmente, también nos arriesgamos a quedar totalmente destrozados.
EliminarUn abrazo
Muy hermoso relato Mary, Ana entrego por amor su virginal cuerpo y una lágrima, sólo que a alguien que no lo merecía!! Pasa una excelente semana Mary, doce abrazos, para no perder la costumbre de ser feliz!!
ResponderEliminarGracias Carlos, entregar sin evaluar a quién, contraindicaciones del amor, nubla el juicio y la vista. Doce para ti, que las buenas costumbres no se deben perder y un beso.
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