"Los corazones no deberían ser de asfalto" me repetía diariamente en mi inspección matutina.
Buscaba entre las grietas que el tiempo había formado, un atisbo de vida, cualquier mala hierba que pusiera algo de verde en mi órgano amador. Podría ser, un trébol (ya no pedía de cuatro hojas), o tal vez un diente de león, para poder soplarlo suavemente y verlo mecerse; incluso me hubiese conformado con un cardo.Era tal mi desesperación.
¿Quién me habría mandado arrancar de cuajo el jardín que allí un día floreció?
Bueno...fue fruto del dolor, que me hizo pensar que bien protegido bajo capas de alquitrán nadie podría volver a hacerle daño.
Y así llevo años, entre citas y amoríos que no germinan, como malas semillas.
Ahora mismo salgo a otra misión, buscando el amor que un día me negué, en la vieja y conocida búsqueda de una nueva desconocida.
Un rellano sin vida, yo solo ante el ascensor. El timbre que avisa de su llegada a planta y una hermosa visión.
Mi vecina, bonita donde las haya, simpática, siempre de buen humor, pero mi osadía no alcanza a decirlo a viva voz.
Se conforma con un tímido "Buenos días", mientras ella me mira, como escrutando mi interior.
"Los corazones no deberían ser de asfalto" susurra a mi paso. Allí termina mi excursión.
Un terrible picor se apodera de mi pecho, revisó mi viejo y yermo asfalto,esperando encontrar alguna hierba.
Ansioso e ilusionado, pero...,¿dónde está mi asfalto y quién puso ahí esa selva?
Tienes mucha razón! Me gustó tu relato, no debemos dejar de hecharle un vistazo a nuestro corazón de cuando en cuando, para ver como se encuentra... Saludos Mary!!
ResponderEliminarGracias Carlos y perdonadme todos `por mis ausencias. Aún así siempre estáis presentes, me acuerdo mucho de todos, pero..."c'est la vie"
Eliminar;-)
Qué emocionante...
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado Iker.
EliminarUn abrazo y bienvenido.
Precioso, a veces no ns damos cuenta de lo que sentimos, no echamos cuentas a lo que guardamos en nuestro corazón. Genial. Me ha encantado. Un besillo.
ResponderEliminarY cuando miramos dentro podemos llegar a sorprendernos mucho...
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un abrazo María
Aún asfaltando nuestro corazón, el amor de un soplido lo convierte en selva donde perderse. Gran micro de prosa poética. Evocador y de sensitiva naturaleza humana.
ResponderEliminarMe alegra volver a leer tus bellas letras, María.
¡Abrazo, Compañera! ;)
Muchísimas gracias Edgar y por compartir.
EliminarUn abrazo enorme.
Preciosa metáfora, María. Tendemos a proteger en exceso nuestro coarazón por miedo a sufrir, pero un corazón que no sufre tampoco ama. Espero que el asfalto no le gane la batalla al verdor!! :)
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Creamos en que la naturaleza se abre paso Julia. Y decididamente la naturaleza del ser humano es amar.
EliminarUn besazo guapa!