Patricia los veía, se escondían en el gran helecho, cerca de la verja. Hoy iba decidida a cazar.
Haciéndose la despistada
se sentó en la base de la planta, tan cerca como le permitía el
denso follaje.
Un rápido movimiento a su
derecha y su mano se alzó como un muro, parando en seco la
recién emprendida carrera del pequeño ser.
–¿Qué eres y a dónde
ibas tan rápido?–preguntó llena de curiosidad.
La mirada del ser se desvió
hacia la casa de al lado, donde la vecina recogía el correo. Su rostro se tensó, no eran buenas noticias.
–Soy un duende e iba a
por comida. Se me ha pasado la oportunidad ¡Por tu
culpa!
–Pensé que este
helecho os alimentaba.
–Nuestra sangre es
verde, como la esperanza y de eso nos alimentamos,cuando alguien la pierde, nosotros debemos estar ahí para cosecharla.
–¡Eso es horrible!
–¿Eso crees?¡Pues
tengo una noticia que darte!
El duende hizo un
movimiento veloz, mientras Patricia sentía un dolor punzante
en el dedo.
Una gota de sangre emergió ¡Verde!
Una gota de sangre emergió ¡Verde!
La desesperación la embargó mientras su cuerpo cambiaba, viendo como la barriga del duende se abultaba.
Microrrelato participante en el concurso "Microfantasy II" organizado por el círculo de escritores.
Microrrelato participante en el concurso "Microfantasy II" organizado por el círculo de escritores.
Eso significa que no hay que perder la esperanza!
ResponderEliminarNo lo haré, te lo aseguro ( por si las moscas)
Pues si, Paola! Jamás, o nos convertiremos en alimento de crueles duendes.
EliminarUn abrazo.
Me ha faltado decirte que el relato es precioso, muy bien escrito e ingeniado. Saludos
ResponderEliminarMuchísimas gracias.
EliminarMe ha gustado mucho el relato María. Felicidades
ResponderEliminarMuchas gracias, Mercedes.
EliminarEl mal se alimenta de la perdida de la esperanza, bien inscrito el mensaje al mundo de fantasía del micro.
ResponderEliminarUn abrazo María!
Gracias Edgar. Un abrazo muy fuerte
EliminarUn argumento muy original para tu micro de fantasía, María. Es cruel alimentarse de la esperanza de otros, pero así es la cadena alimenticia de los duendes, no? ;)
ResponderEliminarMe ha encantado, un abrazo!!
Nada se crea ni se destruye, Julia. Se transforma en alimento de malignos duendes jejeje
EliminarUn abrazo enorme
Muy original María... vaya con esos enanos verdes...
ResponderEliminarUn saludo!!
Muchas gracias, Sonia! Pequeños monstruos jejeje.
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
Es fantástico María y gran moraleja. No podemos perder la esperanza jamás. Precioso, un abrazo fuerte!
ResponderEliminarSi, Ana Lía, o nos encontraremos a una pandilla de duendes hambrientos a nuestros pies.
EliminarUn beso
Me ha encantado. La esperanza es lo último que se pierde ¿no? Y si la perdemos la volveremos a encontrar, eso si, si un duende no se la ha comido antes. Un besazo.
ResponderEliminarCreo que tiene grandes bocas, así que mejor no tentarlos y mantenerla donde está. Un abrazo enorme,María
EliminarMuy bueno María. Que los duendes se alimenten de la esperanza me ha encantado. :)
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, Agustin!
EliminarA no perder la esperanza o seremos alimento para duendes. Muy buena metáfora. Buen micro, María!
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Federico! Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo
Buen relato, aunque lo leí dos veces por que confieso que la primera vez no me había quedado claro lo de la sangre verde y creí que es que la había convertido en duende ja ja ja
ResponderEliminar¡Saludos!
Pues decirte que lo pillaste a la primera!
EliminarLe parecía horrible tener que alimentarse de las esperanzas perdidas de los demás y tendrá que hacerlo para siempre.
Perdió su propia esperanza!
Un abrazo
Saludos María, excelente tu relato, lleno de creatividad y con un final muy interesante. ¿Será que así surgió el primer duente?. Si se pierde la esperanza se muere y de muchas maneras. Cariños y bendiciones!
ResponderEliminarPues es un buen planteamiento Mery! Daría para mucho tu teoría.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un abrazo muy fuerte